En el Perú, como en todo el mundo, siempre hacemos “regulación por anécdota”. Un evento ocupa las primeras planas de los periódicos y de inmediato el aparato regulador reacciona queriendo crear normas y reglas que solucionen el tema. Y para ello se olvidan de analizar los costos y beneficios de la regulación. El resultado es sobrerregular las cosas.

Algunos incidentes recientes, y muy lamentables, han resucitado la idea del SOAT Médico, mal llamado así porque SOAT quiere decir Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito, sin duda algo que no tiene nada que ver con lo que se quiere crear, salvo que nos refiramos al SOAT de una ambulancia.

 El razonamiento es simple: si es bueno que haya seguro obligatorio por accidentes automovilísticos, ¿ por qué no va a ser bueno tener un seguro contra accidentes médicos? Pero las cosas son muy distintas. Tendríamos que crear seguros obligatorios para todas las actividades humanas. Y una negligencia médica no tiene nada que ver con un accidente de tránsito.

 La seguridad siempre tiene un costo. Un auto Volvo es mucho más seguro que un Tico, entre otras razones porque uno protegerá al conductor y en el segundo el conductor corre el riesgo de morir aplastado. ¿Daría una norma que obliga a que todos los vehículos sean Volvo?

En la seguridad, como en todo bien, siempre es deseable una mayor calidad o cobertura, pero no siempre estamos en aptitud o en deseo de pagarla. Si usted quiere proteger su casa contra robos, puede escoger desde un sofisticado sistema de alarma, con vigilantes y cámaras (muy costoso) o cambiar de chapa en la puerta (muy barato). Si usted le pregunta a alguien en abstracto cuánta seguridad quiere para su casa todos le dirán que el primer sistema, pero si ve en el mundo real cuánta gente pagó por esa seguridad verá que son muy pocos.

 ¿Le parecería buena idea que se diera una ley que obligará a todos los ciudadanos están obligados a instalar un sistema de seguridad sofisticado para que no los roben? Seguro que dirá que no. La razón es que forzará a gente a sacrificar parte de sus ingresos (comida, educación, salud, entre otros) en un bien o servicio que no está en las prioridades que su presupuesto puede soportar. Nadie puede negar que más seguridad sea buena. Pero tampoco se puede negar que forzar a “comprar” seguridad adicional es una mala idea.

El proyecto de ley para crear un “SOAT” médico no ve este problema. Quiere obligar que los pacientes paguen por más seguridad. Y es que los médicos tendrán que asumir un costo, que trasladarán a los pacientes. En pocas palabras se les obligará a pagar por una seguridad cuyo costo no necesariamente están en capacidad de soportar.

 Algunos dirán que el SOAT (esta vez sí el de accidentes de tránsito) tiene el mismo problema. La respuesta es sí, pero hay algunos elementos distintivos. El SOAT automotor evita que vayamos al Poder Judicial para obtener la cobertura. El pago es directo. Ir al Poder Judicial es también un “producto” que solemos estar obligados a pagar para ser indemnizados. Y no hay otra salida: uno tiene que soportar los costos de los abogados, tasas judiciales, peritajes, entre otros. Si el producto obligatorio 1 (SOAT) es más barato que el producto obligatorio 2 (Poder Judicial) entonces se justifica “obligar” a pagar el más barato, antes de “obligar” a pagar el más caro.

El SOAT automotor es distinto porque se basa en un principio de responsabilidad objetiva. Si usted es herido en un accidente de tránsito está cubierto, sin importar si el conductor del vehículo tuvo o no culpa. La ecuación es sencilla: accidente = pago. Por ello, salvo casos excepcionales, el SOAT automotor sustituye al Poder Judicial para compensar a  la víctima dentro del radio de cobertura. Y aún así es un remedio limitado porque sólo se paga una fracción del daño real.

Pero la responsabilidad médica no puede ser objetiva. Si se muere el paciente, no necesariamente hay responsabilidad del médico. Si queda una cicatriz ¿quiere decir que el médico actuó mal? ¿Es una “lesión” causada por la impericia del médico? ¿Quién va a decir si hubo o no negligencia? ¿Toda persona que sale del hospital en silla de ruedas tiene que recibir una indemnización? La gracia del SOAT automotor es que justamente consigue indemnizar sin ir al Poder Judicial. Pero en el “SOAT” médico el Poder Judicial va a tener que decir, para que el pago se produzca, si el médico actuó o no con negligencia. Por tanto, se eleva el costo del servicio médico para incluir mayor seguridad, pero seguimos pagando el costo del Poder Judicial. El SOAT médico nos genera dos “productos obligatorios”. Eleva los costos por donde se le mire. Y no nos alivia ninguno.

En realidad, la única salida es mejorar el Poder Judicial. De hecho si mejora lo suficiente los médicos quizás contraten seguros, pero lo harán de manera voluntaria. Allí los riesgos estarán bien medidos y serán adecuadamente evaluados.

Conclusión: el SOAT médico es más caro, y no ahorra nada. Así que mejor mejoremos el Poder Judicial y renunciemos a tratar de ser “tan originales”.

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